Red de tráfico de medicinas robadas llevaba una doble vida en el sur de la Florida

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Esta noticia fue publicada originalmente en la portada de El Nuevo Herald (Miami, Fla.) el viernes, el 13 de julio de 2012.

Uno era distribuidor de mariscos en Homestead. Otro trabajaba instalando mármoles en Hialeah. Los otros nueve hombres, entre ellos Bemba, Michi y Papa, ejercían todo tipo de actividades, desde inversionista financiero hasta remolcador de vehículos.
Pero según la fiscalía federal en Miami, estos 11 hombres del sur de la Florida llevaban una doble vida y en realidad formaban parte de la red criminal que perpetró uno de los robos de medicinas más grandes de la historia de Estados Unidos.

“Estos acusados transportaron camiones cargados de productos farmacéuticos robados en otros estados hasta el sur de la Florida para almacenarlos y, finalmente, venderlos”, declaró Wifredo Ferrer, fiscal federal de Miami, al presentar los detalles de este caso. “Transportaban estos medicamentos sin tomar en cuenta su uso y almacenaje correctos, y con una indiferencia por la seguridad y salud de los clientes que hubieran comprado las medicinas, inconscientes de su pasado dudoso”, agregó.

El caso, de acuerdo con documentos de la corte y entrevistas hechas por El Nuevo Herald, contiene los detalles de una película de ladrones, con hombres empleando cuerdas para escalar, informantes confidenciales y una investigación con el nombre en clave de Operación Hospitalidad Sureña.

Todo comenzó en Connecticut donde, según las autoridades, el líder de la banda, Amaury Villa, y su hermano Amed habrían robado más de $100 millones en productos farmacéuticos del almacén de la compañía Eli Lilly, en la localidad de Enfield.

Según la acusación presentada por el fiscal general de Connecticut, Amaury, quien vive en un apartamento de Fountainebleau, voló a Nueva York el 12 de marzo del 2010, alquiló una camioneta Cadillac modelo Escalade y condujo hasta la localidad de Windsor, en Connecticut, donde se registró en un hotel Hyatt Summerfield Suites.

Los documentos de la corte no explican cómo Amed, quien también vive en Miami, llegó a Connecticut, pero sí especifican que ambos hermanos se juntaron la noche del 13 de marzo y enfilaron, a bordo de un camión de carga que habían rentado, hacia el almacén de la compañía farmacéutica Eli Lilly. Allí, escalaron las paredes del edificio, cortaron un agujero en el techo empleando herramientas de Home Depot compradas un día antes y, valiéndose de un sistema de cuerdas para montañismo, descendieron desde el techo, desactivaron la alarma y cargaron casi $80 millones en productos farmacéuticos en el camión.

Por la madrugada, huyeron con la carga. Amaury devolvió su Cadillac en el aeropuerto LaGuardia la noche del 14 de marzo y regresó a Miami. Pero, ambos hermanos cometieron un error: Amed se tomó una botella de agua durante el robo y la dejó en el almacén.

Según la acusación presentada aquí en la Florida:

Los hermanos Villa trajeron los productos farmacéuticos al sur de la Florida y aquí los guardaron en tres almacenes distintos. Amaury utilizó sus contactos para venderlos al menos en cuatro operaciones a través de una extensa red criminal especializada en la venta de medicinas robadas en el sur de la Florida en la que participaban Ernesto “Bemba” Romero, Abel Mesa, Pedro y Michael “Michi” Rangel, Suhong Wu, Geovanni González, Carlos “Papa” Valdés, Leonardo Guerra, Yanni Sánchez y Roberto “Robertico” García.

Tanto Amed como Amaury fueron detenidos en mayo de este año y los $80 millones en mercancía robada fueron recuperados. Ambos enfrentan cargos en Connecticut en relación con el robo y Amaury debe enfrentar además seis acusaciones por las operaciones de venta en la Florida. Amed debe también rendir cuentas en Illinois, donde se le acusa de robar más de 3,500 cajas de cigarrillos, valoradas por más de $8 millones, de un almacén del condado Tazewell.

García, un remolcador de autos de Hialeah, vendió medicamentos robados a un informante del Buró Federal de Investigaciones (FBI), al en menos siete ocasiones. Como los demás, no sabía que el comprador del contrabando era un agente encubierto que actuaba como parte de la Operación Hospitalidad Sureña, lanzada para seguirle la pista a las sustancias robadas en Connecticut y en otros hurtos ocurridos en Virginia e Illinois.

A pesar de la evidencia presentada, que lo implica en transacciones millonarias, García defiende su inocencia.

“El gobierno fabricó los crímenes de Roberto García”, declaró Michael Pizzi, su abogado, quien destacó que fueron los agentes federales los que “acudieron a él y le pidieron que suministrara el contrabando”.

Los familiares de García, hablando a través de Pizzi, dijeron que el negocio de remolque, que se llamaba Sí Se Puede, era modesto. De 47 años, él era el único empleado.

“Dicen que vivía una vida sencilla”, indicó Pizzi. “Trabajaba mucho y ahorraba su dinero”.

Pizzi añadió que García no conocía a Amaury. Los documentos de la corte apoyan esa conclusión e indican que las transacciones entre ellos se realizaron a través de un intermediario, Suhong Wu.

Wu, en algún momento, era el presidente del grupo de inversiones Golden Enterprise Investment Group Inc., registrado en Hialeah. No duró mucho tiempo. Wu, de 42 años, fundó la empresa en el 2007 y Golden Enterprise fue disuelta un año después, en septiembre del 2008, según un registro estatal.

Los documentos de registro de la compañía señalan como sede una dirección residencial, pero la mujer que vive en esa casa dijo que Wu nunca tuvo negocios allí.

“Me ayudó a conseguir el crédito para la casa”, señaló Jeanette Maldonado, la dueña de la casa en Hialeah. “Pero no sé por qué tendría mi dirección puesta como si fuera su dirección de negocios”.

Wu ahora limpia casas y hace joyería artesanal. Conoció a Maldonado en Puerto Rico, cuando ambos vivían allí. Eran buenos amigos, relató la mujer, pero ahora llevan muchos años distanciados.

“En Puerto Rico, afuera del restaurante en el que trabajaba, siempre lo veía ayudando a gente desamparada”, indicó Maldonado. “Me parecía muy buena persona”.

Los dos se conocieron y luego se apoyaban cuando vinieron a los Estados Unidos a fines de los años 80. Sin embargo, Maldonado dijo que no tenía ni idea cómo Wu podría estar relacionado con la venta de productos farmacéuticos robados.

“Seguro que estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada”, comentó. “Pero no sé. La gente cambia”.

Las acusaciones del caso contra Wu indican que organizaba algunas ventas de las drogas con Amaury y García, quien entregó el contrabando al agente encubierto del FBI. El 21 de junio, Wu se declaró culpable de conspirar para vender bienes robados, con un valor de $1millón a $2.5 millones. Ese mismo día, Geovanni González también se declaró culpable de vender bienes robados, con un valor de más de $5,000, y ahora ambos esperan sentencia de la corte en septiembre.

Abel Mesa, de 57 años, fundó en junio del 2011 la compañía Abel Seafood, dedicada a la venta de mariscos, antes de su arresto bajo cargos de haber vendido 43 plataformas de carga con medicinas robadas de un almacén de GlaxoSmithKline en Virginia y valoradas en $1 millón. La operación habría sido realizada a través de Roberto García.

Pero no hay información de contacto para Abel Seafood ni en internet ni en la guía telefónica. Una camioneta con el logotipo del negocio estaba aparcada en la entrada de la casa de Mesa, pero el número estampado en su lado era el del celular de un individuo quien dijo que no conocía la empresa. La casa parecía vacía, con las persianas cerradas.

Menos aún se sabe sobre el negocio de Yanni Sánchez, de 39 años, el hombre acusado de poseer y esconder 200 botes inflables robados, marca Zodiac, que fueron vendidos por la red a otro informante del FBI. Solía ser presidente de una compañía que curiosamente se llamaba Designer’s Title and Marble Corp., refiriéndose a títulos y mármol en vez de azulejos y mármol (lo que sería Tile and Marble en inglés). Sánchez cambió el nombre de la empresa en septiembre del 2002. Antes, se llamaba Peneque Restaurant Corp.

Todos los acusados esperan un juicio en septiembre y, de ser encontrados culpables, podrían recibir sentencias de 5 a 15 años. Sánchez, que ha sido encausado, es el único miembro de la red que sigue prófugo, según documentos de la corte.

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Photo by Pedro Portal / El Nuevo Herald

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Posted on

July 13, 2012

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